Presentación:
Mi nombre es Roderick Usher y provengo de una familia antiquísima que ha vivido por generaciones en esta casa. Siendo que mis antecesores no han vivido vidas muy longevas, ahora esta casa es mía, legado de herencia familiar y es conocida en la comarca como Casa Usher.
Soy de tez pálida, ojos grandes, líquidos e incomparablemente luminosos; mis labios, un tanto finos y muy pálidos, pero de una curva extraordinariamente hermosa; mi nariz, de delicado tipo hebreo, pero de ventanillas más abiertas de lo que es habitual en ellas; mi mentón, finamente modelado, dicen que revela, en su falta de prominencia, una falta de energía moral; mis cabellos son más suaves y más tenues que la tela de una araña.
Soy una persona amable, reservada, tímida y sensible, que sufre de un trastorno mental y de una enfermedad física muy aguda. Mi personalidad se percibe un tanto oscura, como la región en la que vivo, tal como lo es mi casa: decolorada y gris, con árboles desnudos y marchitos, que da a toda la región una atmósfera de una melancolía sin par. Estoy convencido de que las características de la región, el tiempo, el encierro y por sobre todo la enfermedad de mi hermana me han llevado a un estado de melancolía, que se traduce en todo el aspecto general tanto de mi mismo como de la Casa Usher.
Temo los sucesos del futuro, no por sí mismos, sino por sus resultados. Me estremezco pensando en cualquier incidente, aun el más trivial, que pueda actuar sobre esta intolerable agitación. No aborrezco el peligro, como no sea por su efecto absoluto: el terror. En este desaliento, en esta lamentable condición, siento que tarde o temprano llegará el periodo en que deba abandonar vida y razón a un tiempo, en alguna lucha con el torvo fantasma: el miedo.
Necesito de un amigo que quiera acercarse para verme pronto en mi casa. No iré a encontrarme con nadie fuera de los límites de mi hogar, dado mi estado de salud y sobre todo, el de mi querida hermana.